El Mapamundi Hereford muestra la visión medieval de un mundo plano. Hereford Catedral.
“ y fui en busca de un hombre sabio...
Al comienzo de su carrera después de la exitosa presentación de la serie televisiva “Raíces”, el conocido actor/director LeVar Burton tomó la causa de una población africana en Guyana que desde el siglo XVII vivía aislada de las sociedades modernas. Estos descendientes de esclavos negros que pudieron escapar el destino establecido por sus traficantes, conocidos como “Maroons” (Cimarrón en español), habían logrado sobrevivir por siglos en la semi-impenetrable jungla Guyanesa, conservando fielmente sus tradiciones africanas y evitando el contacto con el mundo “civilizado” que pretendía disponer de sus destinos.
Aunque el heroísmo de estas comunidades en desafiar la autoridad blanca—como prueba viviente de una consciencia de esclavo que se resiste a ser manipulado por como es “definido” por el hombre blanco—merece una narración aparte y ser conocida por todos, esta no es una historia sobre ellos, sino sobre un muy común aspecto de la ignorancia, y su otra forma: el conocimiento pretendido.
La libertad que el prolongado aislamiento había dado a los Maroons no fue gratuito y sin consecuencias, enfermedades, merma en recursos naturales de alimentación y estancamiento amenazaban la continuidad de su existencia, y LeVar Burton decidió ayudarlos.
El mismo LeVar narra su emotiva experiencia de los primeros encuentros, entre los que una anécdota en particular fue la inspiración para esta nota.
El extraordinario arribo del moderno y civilizado negro afro-americano LeVar conmocionó la comunidad Maroon, que no descansaba en su interrogatorio sobre el pueblo, las costumbres y la geografía del lugar de donde él provenía, que en ese momento era la ciudad de Chicago. Un punto sumamente problemático—cuenta LeVar—fue la descripción del invierno en su ciudad: la nieve, y el agua helada en ríos y lagos.
Fue en este punto que su credibilidad se vio en peligro, ya que estas inocentes criaturas no podían asimilar algo tan extraño y tan incompatible con sus experiencias como el agua cristalizado por el frío.
Naturalmente, los ancianos de la tribu con toda su sabiduría tejieron cuanta especulación les era posible para tratar de comprender, no como el agua podía solidificarse, sino porque este supuesto e inesperado benefactor con su mismo color de piel intentaba engañarlos con el cuento del agua "dura".
Eventualmente, con fotografías y con verdaderos trozos de hielo, LeVar pudo convencer a sus protegidos de la veracidad de sus descripciones e intenciones.
A través del tiempo yo he escuchado y leído una infinidad de explicaciones para justificar la resistencia a evidencias fácticas y al razonamiento crítico; yo me he encontrado con un profetizado hombre gris, el 3ª Caballero, pronósticos de revoluciones en gestación, verdades por revelaciones introspectivas, pseudo-científicos, erróneas-bien intencionadas formulaciones karmáticas, y hasta últimamente en su último bastión, la Fe.
La reacción de los ancianos Maroons—como las de los actuales pseudos-científicos “resistidores”—frente a lo desconocido tiene un nombre: Disonancia cognoscitiva.
Quedar atrapado en las tinieblas de disonancias cognoscitivas es excusable en personas incomunicadas con el mundo en evolución y fuera del alcance de información; pero completamente inexcusable en individuos y sociedades que gozan de libertades y acceso total a los beneficios de la educación y el flujo constante y actualizado de información.
Estudiando este fenómeno, León Festinger explica la “teoría de disonancia cognoscitiva” en su libro “Cuando Fallan las Profecías” (1956). Festinger escribe:
“Un hombre bajo una convicción es difícil de cambiar. Dígale que usted difiere de él y le dará la espalda. Muéstrele los hechos o evidencias y él cuestionará sus fuentes. Apele entonces a la lógica y él no verá su punto.
“Nosotros todos hemos experimentado la futilidad de intentar cambiar una fuerte convicción, sobre todo si la persona convencida tiene algunas inversiones en su creencia. Nosotros estamos familiarizados con la diversidad de ingeniosas defensas con que las personas protegen sus convicciones, tratando de mantenerlas indemne a través de los ataques mas devastadores.”
“Pero el recurso del hombre va más allá que proteger simplemente una creencia. ¿Suponga que un individuo cree algo con todo su corazón; suponga aun más allá, que él tiene un compromiso con esta creencia, que él ya ha tomado acciones que son irrevocables debido a esta; finalmente, suponga que a él se le presenta evidencia, evidencia que es inequívoca e innegable, de que su creencia está equivocada: ¿Qué pasará? El individuo frecuentemente emergerá, no sólo inalterado, pero aun más convencido de la verdad en sus creencias de lo que antes estaba. De hecho, él puede mostrar un nuevo fervor e incluso tratando de convencer y convertir a las otras personas sobre este punto de vista.”
Para nada placentera, la disonancia cognoscitiva es la ansiedad que se produce cuando aparecen evidencias contrarias a lo que se cree, lo que se decide, o lo que se hace.
La gente generalmente, tiende a reaccionar inconscientemente para reducir tal disonancia buscando recuperar su equilibrio. Investigaciones recientes demuestran que la disonancia puede ser un obstáculo serio para tomar decisiones correctas, ya que se produce un mecanismo curioso: el que la padece se aferra a su primera decisión y elude, minimiza o manipula todo lo que la niega, para reducir el conflicto interno y su disonancia. ¿No han visto ustedes con cuanto ardor se resiste a las evidencias lógicas e históricas?
En “Porque Fracasan los Ejecutivos Inteligentes”, Sydney Finkelstein describe los “negocios zombies”, esas empresas que fracasan porque sistemáticamente evitar asimilar toda información que contradiga su visión de la realidad.
Así es como individuos, organizaciones, y hasta naciones enteras, encuentran gratificaciones ilusorias y temporarias.
El mecanismo de escape tiene también un nombre: “disponibilidad heurística” —un sesgo de apreciación con el que se confunde una probabilidad con lo imaginable—que tiende a reducir la probabilidad relativa del riesgo de lo que no se quiere considerar.
Yo imagino la frustración de LeVar frente a la resistencia de quienes eligió para compartir su buena fortuna y sus experiencias; y al tiempo que admiro su tolerante persistencia, no puedo dejar de sentir algo de pena por quienes teniendo las ventajas ausentes en tan remotas y apartadas tierras, deciden permanecer hamacándose en la conformidad de su ignorancia enmascarada con una delgada pretensión de sabiduría.
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