Wednesday, January 23, 2008

Nuestro Progreso Humano: I. ¿Realidad o Deseo?

Nuestro Progreso Humano: I. ¿Realidad o Deseo?

Con el discurso de apertura de Condolezza Rice en Davos frente al escepticismo mundial acerca de su confianza en que los Estados Unidos “continuarán siendo el motor del crecimiento económico” del mundo, reaparece una antigua controversia que ha preocupado por siglos a la mayoría de la gente.

¿Es el progreso humano una realidad, o solo una expresión de deseo?








La idea de “progreso” parece ser central y omnipresente en todas nuestras discusiones y acciones, y todos podríamos, en mi opinión, acordar que “progreso” significa ir hacia delante, avanzar, perfeccionarce. (Del latín Progressus. RAE). Pero, ¿cuanto acuerdo existe sobre el significado de avanzar hacia el perfeccionamiento? A travez de los tiempos ese “avance” hacia la perfeccion ha variado de significado desde un sublime perfeccionamiento espiritual hasta el mas absoluto perfeccionamiento físico y material.

Donde no hay consenso es en la apreciación de progreso, ¿Está la humanidad realmente progresando, o meramente expectante de su ocurrencia? ¿No estará nuestra civilización en franco proceso de regresión

Si el concepto de progreso significa que la civilización ha avanzado y continuará avanzando en el futuro en la dirección deseable, ¿no deberíamos saber con cierta precisión cual es el punto a donde se dirige? En esto también existe consenso, al menos en imaginar nuestro entorno social en un estado de desarrollo donde todos los habitantes puedan gozar de una existencia feliz.

Contrario a la opinión popular, el concepto de progreso es una idea relativamente nueva, y casi exclusiva de la cultura occidental. Hasta donde yo se, no existen indicios que las sociedades primitivas tuviesen idea ni imaginación alguna sobre la estructura de una civilización organizada. Podríamos decir que el hombre primitivo no tenía concepción de progreso o desarrollo en el sentido contemporáneo del término.

Aunque el hombre primitivo no careció de la aptitud para apreciar cambios con el paso del tiempo, el proceso histórico para ellos era no más que un recital de significados sagrados dentro de una percepción cíclica opuesta a la percepción linear del correr del tiempo. Ellos no poseían sensibilidad histórica, ni concepción secular del ideal de progreso social.

Los primeros indicios de la idea de progreso se la debemos a los griegos, quienes reconocieron el avance gradual de la humanidad desde su primitivo salvajismo hacia un estado de organización civilizada. Su concepción sin embargo, estaba plagada de dificultades debidas a sus teorías de degeneración y regeneración cíclicas de la raza humana, ellos creían estar viviendo un periodo de inevitable degeneración y decadencia como ya estaba prescripto en la naturaleza del universo.

Así pasa del mundo primitivo a la Edad Media la idea de progreso, transformada por el Cristianismo en un movimiento histórico que aseguraba la felicidad de solo una porción de la humanidad, y no en este mundo, sino en el otro. Recién después de mas de trescientos años--atravesando un periodo de inusitado progreso real sin que fuera reconocido como tal--pudo el mundo occidental cambiar su mentalidad medieval por la mentalidad moderna, con el Renacimiento re-estableciendo la confianza en la razón humana y reconociendo que la existencia en este mundo tenia un valor independiente de los temores o esperanzas de vida después de la muerte.

Pero no fue sino hasta los años finales del Renacimiento que el hombre se vio como arquitecto de su destino afirmado su posición en el universo. “El mundo esta lleno de sabios, maestros, grandes bibliotecas…” escribe Gargantúa a su hijo Pantagruel(1) con un nuevo optimismo renacentista.

De las ideas seminales del Renacimiento evolucionan dos distintivas y radicalmente opuestas ideas de progreso: una con el ideal socialista, y la otra con el ideal liberal.

En el ideario socialista el progreso humano ocurría en un sistema cerrado donde todo esta determinado y el feliz destino final a la vista y al alcance de todos. Allí, el individuo era una pieza mas en una maquina bien lubricada trabajando eficientemente bajo la autoridad del Estado.

En el ideario liberal el hombre progresaba hacia un estado de felicidad con dstino final desconocido, en un ascenso indefinido hacia el futuro, moviéndose a su voluntad y riesgo.

Para el primero el incentivo era la igualdad, para el segundo la libertad.

Ahora, ¿Hemos realmente progresado, o solo hemos estado viviendo una ilusión?

Sigue: Nuestro Progreso Humano--II. El Precio del Progreso.

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